miércoles, 26 de octubre de 2011

NATURALEZA MUERTA

Un hombre cualquiera llega a los tacos. Le dice al taquero lo que desea y, ante la mirada asombrada del resto de los comensales, le da una audaz mordida a una tortilla que contiene, lo hemos testificado, una oreja. Los ojos de la concurrencia siguen los movimientos drásticos de su mandíbula que tritura, y el esfuerzo de su garganta tragando aquello. Una oreja derecha. Luego, pide la otra, la oreja izquierda. Desde el mostrador, la cabeza del cerdo nos mira. Además de muerta, ahora está sorda.

Han aumentado los gatos en la veterinaria de enfrente. ¿Los gatos se han vuelto más enfermizos? No lo creo. Mi hipótesis es que la gente está prefiriendo a los gatos sobre los demás tipos de mascotas. Los perros están más ligados a la gente de los cincuenta: leales hasta la bobería, fuertes y defensores de su territorio, brincando a la menor provocación, implorando amor desde los rincones y persiguiéndose la cola o echándose de panza para obtener un lugar en la familia. Piensen en la gente de la posguerra. Doris Day o James Dean. Luego, en los sesenta y setenta vino la moda de los animales raros. Algunas veces eran serpientes indolentes a la caricia humana o tortugas que no se sabía si estaban vivas o muertas, enterradas en el fondo de alguna maceta de la abuela. Como los hippies intoxicados en el jardín de la casa paterna. Con la crisis mundial llegó el representante más notable de la falta de empleos: el hamster, que almacenaba avariciosamente la comida en las mejillas y se moría debajo de periódicos. Pero, ahora, son los gatos. Son como la gente que conozco: delgados, desleales y haraganes. El gato es irresponsable, renuente al compromiso, irrespetuoso a cualquier autoridad y, al mismo tiempo, dependiente de los otros para satisfacer sus necesidades más elementales. Convenencieros y gráciles. Entran a las veterinarias por montones. Y es que los virus nuevos los han vuelto hipocondríacos.

De niño lo que más me impresionaba de las carnicerías no eran las reses abiertas de par en par, pendiendo de los ganchos, ni los mandiles de los carniceros embarrados de sangre, ni siquiera el olor de la grasa blanca acumulada en un tambo siempre siniestro. Era, más bien, el griterío de los carniceros, eternamente haciéndose bromas, picándose las costillas unos a otros, amenazándose con los cuchillos casi en serio. Recuerdo haber pasado horas mirándolos hablar a gritos, burlándose unos de otros, silbando, mientras cortaban ágilmente los cadáveres de las reses. Casi nunca volteaban a ver lo que sus cuchillos hacían con la carne. Ahora entiendo ese vociferar entre ellos: el silencio de las reses en canal debe ser insoportable.

Le pido al cerrajero un duplicado de la llave. Él no hace preguntas, sólo va a un tablero donde cuelgan cientos de llaves usadas: de una de ellas saldrá mi posibilidad de volver a entrar a mi casa. ¿Cómo llegaron hasta ahí tantas llaves inservibles? ¿Qué puertas abrieron alguna vez? ¿Qué sucedió para que terminaran ahí, de vuelta al origen? ¿Cuántas llaves pasadas lleva adentro la que ahora me pertenece?

Es tras las puertas de los baños de las cantinas que se puede respirar en la frontera entre la lucidez y el sueño. Con hielo en vez de agua corriente, es delante de los mingitorios que los borrachos se preguntan cosas vitales para la existencia como: ¿Estoy realmente ingenioso esta noche o simplemente los demás están al borde de un derrame cerebral? o ¿Por qué el tipo de junto me ha llamado varias veces por un nombre que no es el mío? ¿O sí es mi nombre? En ese lindero nació, por ejemplo, mi pesadilla recurrente: cuando salgo del urinario, no sólo mi mesa está vacía, sino que los meseros están mudándose de ropa, mientras me avisan que todo fue una representación teatral, que todos los borrachos eran actores bebiendo agua, y que los amigos que estaban conmigo fueron contratados.

Con letras amarillas sobre negro, el cartel aseguraba: ¡Represión en Ciudad Neza! Hoy miércoles 22 de mayo a las 14 horas, la juventud de Ciudad Nezahualcóyotl va a ser reprimida. Invitamos a todo el pueblo de México a que sea testigo de este acto de barbarie e intolerancia de Carlos Viñas Paredes, nuestro presidente municipal. Unión de Sonideros Independientes del Estado de México. Ven con nosotros a la Explanada de Palacio a las 14 horas. No faltes. Su contenido estaba destinado a evitar la represión de un baile. Así que si uno iba a ver cómo la policía macaneaba a la gente en Ciudad Neza, la decepción estaba garantizada. Pero, por el contrario, ¿quién en su sano juicio habría asistido a un baile sobre el que pendía la certeza de la represión? El cartel informaba sobre algo que nunca sucedería.

La propuesta más sensata en mucho tiempo estaba en una barda de la avenida Insurgentes: Por un cambio de Sistema...Solar.

Entrar a la pulquería entre niebla. Tres hombres se pelean a abrazos. Beber el líquido blancuzco y espeso. Limpiarse la baba pestilente con el dorso de la mano. Mirar el calendario de una rubia que anuncia cerveza. Y, más abajo, el filo azul de la pared. Esto no es una pulquería, es un barco en alta mar. Ver una araña haciéndose grande. Mirar cómo devora a los tres hombres que peleaban. Sentir sus mandíbulas acercándose a uno. Luchar contra ella, cuerpo a cuerpo. Perder un brazo en el combate. Gritar de dolor. Despertarse para verificar que uno todavía tiene los dos brazos en su sitio, que no hay borrachos, ni pulquería. Que es la calle y es de día. Que la araña no es más que tu propio cabello sobre los ojos.

En los alrededores de la Cabeza de Juárez, en el poniente de la ciudad de México, de una camioneta bajan bultos de ropa. Los echan al suelo y un enorme gordo grita:Todo robado, todo barato. La gente se acerca y empieza a espulgar los despojos. Un adolescente se encapricha con un saco de lana pero, de pronto, lo suelta. Me inclino para ver aquel saco que parece nuevo: tiene una mancha de sangre. Y, en eso, un ventarrón como sólo hay en la ciudad de febrero se lleva la ropa que rueda sin control por las calles, mientras la gente se echa a correr tras ella, y logra robársela, de nuevo.

La noticia de hoy es que una funeraria fue asaltada. Cuatro tipos entraron para encañonar al encargado. Pero no había dinero en efectivo. Sólo las cajas de muerto. Cuando la policía los alcanzó, los cuatro ladrones descansaban sentados sobre un féretro. Jadeantes y sudorosos, comenzaron a disparar. Uno de ellos murió.

Con la temporada de lluvia, los sin-casa se esconden en la sombra. Una tarde lluviosa de agosto, mi padre salió de la panadería sin paraguas. La lluvia era tan intensa que su bolsa de pan se mojó, se rompió, y veinte piezas de pan cayeron a un charco inmundo. Resignado, mi padre volvió a entrar a la panadería para recomprar todo. Cuando salió, el pan del charco había desaparecido.

Siempre polvosos, aguantando que los desnuden y los arropen, sujetos al escrutinio de los paseantes, a veces sin ojos, sin un brazo, los maniquíes vestidos de novias son una advertencia de lo que les espera a sus compradoras.

He visto a un carpintero restaurando el portón de madera labrada de un convento. Y hablaba. Quizás había otro carpintero detrás de la puerta, pero existe una posibilidad de que charlara un poco con Dios. He visto a un pintor haciendo trazos de rostros y paisajes en la pared de una cocina y borrar todo con brochazos resignados. He visto, por último, a un sastre viejo mirando por la ventana con sus anteojos bifocales, tras una lucha perdida por ensartar el hilo en la aguja.
Y me he visto mirándolos a todos, mientras me dirigía a comprar algo nuevo, lo que fuera, pero nuevo y sólo para mí.

Fabrizio Mejía Madrid bailapogo!

15 comentarios:

Gerardo Taker dijo...

Algo largo pero muy chido. En especial me gustó lo de los gatos que es muy cierto. Ahora, no entendí bien, ¿esto lo escribió Fabricio Mejía?.
Saludos!

la MaLquEridA dijo...

Este texto encaja muy bien en el tema de la semana de Los Escribicionistas porque retratas la ciudad de manera cruda así como es.

Me impactaron las imágenes que me formé a partir de lo que decías.


Saludos.

Jacinto Pedia dijo...

que chida entrada, el escritor, me gusto mucho su estilo, como dice La Malquerida... algo muy crudo, pero a le vez real, como esta ciudad. todos los versos me llevaron a un viaje. es acaso por lo que ella menciona de "Los Escribicionistas" que ahora no pones imagenes? creo que esta será una semana muy interesante en YBP!

trent dijo...

¿soy el unico al que le quedo un nudo al terminar de leer este post?

que chingona entrada

Anónimo dijo...

luego de leer el post me puse a buscar quién es este escritor...
ya habías puesto algo de él aquí
y ahora por tu culpa we, -gracias-
tengo que chutarme mínimo 2 de sus libros, a favoritos XD

gracias y saludos

fanntine dijo...

Gracias por ese texto, todas esas palabras se hicieron imágenes en mi mente. A mi me gustan los gatos y probablemente el carpintero hablaba con Dios

Ros dijo...

¡Qué post! gracias por compartirlo, quedé entre con risa y entre con llanto. Amo las lecturas así.

A bailar pogo, pues.
=)

David Cotos dijo...

Has dicho grandes verdades de la vida. Me has sorprendido hoy maestro. Bien ahí.

GARO dijo...

Palabras tan crudas como la realidad del país. Chido. Quede con ganas de buscarme algo del autor.
saludos

aNdReSiTo dijo...

tan chido que pudo ser de coloritos y en viernes... pero no. chido de todos modos.

reptilio dijo...

Gerardo Taker: así es! Fabricio Mejia -la pistola-

la MaLquEridA: ya se los habia dicho pero no querian creer FM manda

Jacinto Pedia: estaria padre ir buscando esas imagenes en la calle y luego sibirlas ¿no?

trent: el nudo de vivir en el DF

Gerardo: minimo hombre al agua y pequeños actos de desobediencia civil como minimo

fanntine: yo soy más de perros ;D

RoS: gracias a ti por pasarte un rato por acá

David C: que bueno que te gusto men

Gari Valenz: buscalo, en verdad que vale mucho la pena, es de mis autores favoritos

aNdReSiTo: pues por que se lo merece, unas de esas lineas las voy a repetir mañana :D


yobailopogo!

Anónimo dijo...

yo había pensado Hombre al Agua por la anécdota que cuenta sobre el paragüas y Tequila DF, de mientras me leo algunas de sus columnas, me latió su estilo a la primera, quizás suene mamonsísimo de mi parte pero la neta yo no me la complico para esto, escucho o leo algo y si me gusta a la primera, con eso tengo,
por cierto, hay otro tipo que también escribe chido, se llama Roberto G Castañeda y escribe "Manual para Canallas" chécalo

carlosmxax dijo...

me recordo a Hemingway
con ganas de seguir leyendo

en lo cotidiano esta lo divino


saludos!!!

reptilio dijo...

Gerardo: yo quiero ir al rato a las liberias del centro quiza me traigo algo interesante :P y quiero el nuevo del 68 de fabrizio

cArlosmXaX: desde que vi la de midnight in paris quiero leer de hemingway ahi si me recomiendas algo con gusto lo checo


FABRIZIO MEJIA es la VERGA

viagra online dijo...

Una muy buena vison de lo que se ha llegado, nunca me gustaron las carnicerias, es siempre un olor horrible.