mi dulce prostituta

Me pareció ver un fantasma caminando sobre pavimento y fue como recordar un sueño viejo.

Aquella vez me propuse jugar con fuego, como se hace con los amores verdaderos, y tuve que admitir que nunca supe nada del amor y los besos y las miradas y de nada.

Abrí sus muslos a besos y creí conocer sus secretos al ver su cuerpo desnudo debajo del desnudo mío, su risa de niña fue como un manantial en el desierto.

Devoré su perfume como vampiro hambriento y lamí sin temor la humedad de su cuerpo. Sobre sábanas blancas desierto del Sahara, más que amor se complació en callar y ofrecer sumisa mejillas de terciopelo y muslos con aroma de romero.

Y fueron sus ojos como dos soles negros, los que me dijeron que era yo para sus fines de virgen desvirgada adolescente emocionada uno más, sólo eso y nada más…

Aquella noche de estrellas azules morí seis veces, tres por tenerla y tres más por saber que iba a perderla. La quise aquella única vez en que su cuerpo dio una concesión a mi deseo y le mordí los labios para no tener que escuchar el tan temido hasta luego.

Y eso la hizo feliz, lo sé, porque apretó los ojos y maldijo la lágrima negra que manchó su lecho.

Ay de aquel nido de cuervos que en mi pecho se alojó, y devoraron mi corazón a dentelladas, hasta dejar un espacio hueco, esa fue la corona que me colocó aquel día, cuando ella por su parte me adoró por un momento.

Pero no se puede vivir de victorias pasadas fui el Pigmalión de una Galatea, princesa griega complacida por mi deseo, y es mejor marcharse a ser corrido, despreciar a ser despreciado, desesperar por la amargura de ser sacrificado…

Sigo caminando como quien va al trabajo y quisiera ir en automóvil, sólo ir en automóvil, para poder ver por el retrovisor y ver como se aleja o si no va a ningún lado y voltea o si a otros brazos fantástica se entrega.

Yobailopogo!