Desde sus inicios la televisión mexicana es el territorio de las ficciones emotivas. todo en ella está filtado por el esquema sentimental de la telenovela: la conspiración de los malos, la inoscencia de los buenos, la trama que se despliega con su insoportable falta de certidumbre o con su tranquilizadora previsibilidad. no importa si es un noticiario, una mesa de debates o un partido de futbol: las señas de identidad telenovelesca siempre se asoman en la pantalla mexicana.
Es a caso por este rasgo que los intentos por hacer televisión "real" (en el sentido de documentar) han fallado. Desde la idea de crear un canal cultural en los ochentas (la alegría de la cultura, porcanal 8) hasta el llamado "periodismo de investigacipon" (como si hubiera de otro), todos han ocurrido tamizados por la trama de una telenovelaen la que se necesita la delimitación entre malos y buenos, ricos y pobres, leales e infieles. Por eso han fracasado en audiencia aquellos programas que buscaron salirse del esquema de la telenovela, por eso hasta un debate entre conductores de noticiarios tiene que cumplir con el requisito de al lucha libre: rudos vs técnicos.
Si miramos los ratings de las telenovelas obtenemos cierta mirada de lo que quieren ver los "consumidores": los punteros de audiencia son mundo de juguete y el maleficio: truculencia y resoluciones felices. Se establece entonces una sensibilidad de héroes y villanos que busca ser alimentada sin cesar y que empaña la forma en la que los espectadores televisivos se miran a sí mismos como ciudadanos. desde el impacto de las telenovelas (entre 1974 con mundo de juguete hasta 1995 con el premio mayor) la televisión mexicana sólo es terreno de lo ficticio. No se recurre a ella para conocer la verdad sino para adivinar la trama de única certidumbre: lo previsible.
Así la televisión creó a un consumidor que busca en ella que lo tranquilicen, que lo momen en la fatalidad, que le aseguren una vez más que el juicio final será justo, a tiempo e inexorable: los buenos con los buenos, los malos a la hoguera. La anécdota moral rodeada de llanto donde todo sufrimiento conlleva a la larga a una felicidad plena. la renuncia a la retribución en el presente es la fórmula para un futuro de besos, boda y fade-out.
El límite de lo que es divertido es la existencia del duopolio televisivo que lo decide todo, pues ¿en qué otro país podrian tener audiencia esos programas si no en uno en el que la única alternativa es apagar la televisión? Desde programas como el club del hogar en los setentas, atínale al precio desde los noventas y ahora con a comer con coca-cola que no son programas de entretenimiento con comerciales, sino donde el entretenimiento pretende ser el comercial mismo, y más aún: el comercial es hablado. A pesar de que pueden argumentar que sus conductores son a más carismáticos no puede explicarse la duración de dichos programas sin pensar en que es lo único que se puede sintonizar.
Con televisa se evaporó la idea del consumidor que propone la economía teórica, ese ser racional que hace elecciones conscientes y que cree en la teoría del libre mercado. atrapado en una pantalla única el televidente se amoldó a lo que le ofrecía y creció en él la sabiduría de lo desechable. En algún momento, como parte del mismo esquema de no-opciones, el televidente dejó de saber quien es el presidente dela republica en turno.
Cuando el entonces presidente Carlos Salinas remato la televisión pública dentro del llamado "paquete de medios" nació lo que hoy conocemos como Tv-Azteca, donde se demostró que siempre se pueden hacer peor las cosas. Salvo el no calculado impacto de Nada personal los espectadores creyeron que sólo en una trama de telenovela podríamos conocer la verdad sobre el asesinato del candidato a la presidencia Luis Donaldo Colosio. La neva televisora no sólo repitió las formulas del melodrama hasta en los noticiarios, sino que lo llevó hasta lo paramilitar cuando tomó por la fuerza las antenas del endeble canal 40, la supuesta "tercera vía", que se sostenía gracias a un noticiario nocturno hecho con puro olfato y entusiasmo.
Así que la privatización de la televisión pública no condujo, como quisiera los teóricos dle libre mercado, a una competencia que elevara la calidad de los contenidos, al contrario, se llegó al abuso de la fórmula ya probada y con ello se consulidó un duopolio que se amoldó a lo que durante decadas habia formado: el espectador en busca del drama tranquilizador. Los que no se adaptaron aéste férreo esquema tuvieron que emigrar a la televisión cultural como canal 11 y 22 o de plano a la televisión de paga.
¿Por qué no es posible una HBO mexicana?
Tómese al azar algún nuevo programa, digamos una copia de algún reality show probado en Estados Unidos en el que se adelgaza a los concursantes. ¿A que tiende? No a la información médica o a la consciencia de ser un país con sobre peso o en el que mueren millones a causa de la diabetes. Tiende si a caso al melodrama, a la historia lacrimogena, al circo por microondas. ¿De qué se trata? Es un tipo de divertimento que asume que la televisión debe se música de fondo, algo para quedarse dormido, algo que se ve para que desaparezca al siguiente instante. Si alguna televisión en el mundo entendió su papel como desaparición de lo social, esa fue la mexicana.
No haya nada que transmita que no anuncie en ello su evaporación. La información no infrma, el entretenimiento no divierte, el humor no hace reir, la tragedia no hace llorar. Tenemos, si a caso, una televisión de la indolencia: algo que se hace porque sí, algo que se mira porque está en la tele. Si el ideal de Larry David en Seinfield era hacer un programa sobre nada, podría haberse ahorrado siete temporadas con sólo hecharle un vistzaso a la televisión mexicana. Nada de lo que ne ella se transmite tiene perdurabilidad, ni siquiera las telenovelas. ¿Hace cuantos años Televisa no ensaya una fórmula narrativa que no sea la intriga detras de la cenicienta? El monopolio sobre el tiempo al aire engendró sus propios mounstros: una televisión que va a la segura (la publicidad), sin necesidad de arriesgar nada cuyos consumidores o la ven o la apagan. pero el hecho de que el monopolio televisivo haya formado un público para el cual el entretenimiento es la evaporación, no deja de contener a su vez, una resistencia ambigua: si todo es telenovela, la supuesta realidad que quisiera mostrar la televisión se toma a partir de una distancia irónica. No tendremos nunca HBO por esa razon simple: una gran mayoría de los televidentes mexicanos esperan melodramas tranquilizadores. Nunca se crearán los soprano, si a caso le sintonizarán a ugly betty, y es que, tras el poder absoluto que creemos ver en televisa y TVAzteca, está, como siempre, nuestro sillon imperial vacío.
Escribió para Yobailopogo!
Fabrizio Mejía Madrid
1 comentario:
Pero bueno HBO tampoco es así como la gran cosa. Si bien es cierto que tienen programas muy buenos no todo se salva.
televisa (con minúscula, es una porquería), solo entretienen a la gente que no le gusta pensar. Que distraen de modo fácil y que piensa que todo lo que dicen, la gente se los cree a pie juntillas y... desgraciadamente así es.
Yo no creo en sus noticieros ni en el mejor de los periodistas que me digan que es el más veraz, nunca creeré que exista alguien así diciendo la verdad. Todos tienen las manos sucias de silencio vendido.
De tv azteca ( con minúsculas) tampoco hablo, es otro igual. Quizá en menor medida pero sigue siendo lo mismo que televisa.
Y esto así seguirá porque los mexicanos - la mayoría- le gusta que le mientan o que le doren la verdad, así no se ve tan feo todo lo que pasa en el país.
¿Qué más da que el próximo presidente esté vendido a los intereses de otros?, si lo que importa es que está muy guapo y se va a casar con la taradita actriz en turno.
Eso es lo que le gusta a la gente y televisa se los da.
Tan tan.
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