A mí, mi analista me dijo: “apalábralo para que no te enfermes” y aquí voy, extraño postear, publicar, compartir… No sé si ya les cayó el veinte, hasta hace una semana cuando hablábamos “del temblor” nos referíamos a aquel de 1985, dice Fabrizio Mejía que todos tenemos una anécdota que contar del terremoto, aquí les va la mía:
Hice mucho coraje, tenía un dolor en el estómago horrible después de enterarme del último montaje de Televisa, yo tenía los sentimientos a flor de piel como le dicen en mi barrio, me sentía encerrado en mi casa, daba vueltas, tenía mucha ansiedad, entonces salí a la canchita más cercana tratando de estirarme, hacer un poco de ejercicio, en eso un niño se me acerco y me preguntó que si jugábamos, le dije que sí pero que no traía ningún balón, él fue a buscar a otro vecino, ahí estaba yo jugando con Max y Charly, sacaron un balón de fut medio desinflado, primero intentamos jugar básquet, pero me culparon de hacer trampa por ser más alto que ellos, entonces aplicamos el tradicional –gol para-, eso sí, sin trayonazos, ahí estábamos, cada quien era un equipo: Pumas, Barcelona, Real Madrid, empezamos a sudar y reírnos un poquito.
En uno de los despejes cuando yo estaba de portero, Max le quita el balón a Charly y al intentar hacerle un túnel se enreda con sus propios pies, su cuerpo hace una marometa y golpea su cabeza contra el suelo, se escuchó feo, seco, acuérdate de ese silencio que se siente en estos días, interrumpido por el madrazo de la cabeza de un niño en una cancha de básquet, no hay más, me espante, fui corriendo, lo empecé a revisar, mientras Charly le decía: carnal aguanta, ¿estás bien?, fue sin querer, y yo nada más veía como a los dos se les ponían sus ojitos llorosos, me preocupe entonces Max sobándose me voltea a ver subiéndose el moco y me pregunta: ¿Oiga señor, cuando vamos a volver a la normalidad?
Todos esos nudos que traía atorados en la garganta se hicieron uno, escuche el retortijón en mi panza que quería escapar, hasta hace un mes para llegar al trabajo, pasaba por un predio con una pinta que decía: “campamento de victimas del temblor del 85”, no he dormido bien ningún día de esta semana, escucho una patrulla me asusto, suena una alarma de carro me espanto creyendo que es la sísmica, me encuentro mareado todo el día, me doy baños de tres minutos, en todos lados hay un silencio aterrador, duermo con ropa, tengo todos los síntomas del estrés post traumático según un video que anda circulando por whatsapp, lo mismo me pregunto yo, ¿cuándo?...
A él no le podía responder con una mamoneria de que la normalidad es lo que dice la mayoría o lo que se encuentra excluyendo los 25 por ciento de cada extremo en esa curva estadística del promedio, él quería una fecha, recordé un consejo: “a los niños respóndele solo lo que te preguntan justo como te lo preguntan, ni más ni menos”. Entonces le pregunté yo: ¿a qué te refieres Max? Y él me dijo: Mi balón se quedó junto con mi mochila y mi lonchera en mi salón de clases, quiero saber cuándo voy a poder ir a recoger mis cosas a la escuela, con ese balón no me hubiera caído… Charly le dijo que no se preocupara, que primero la tenían que revisar para saber que no tenía daños y que era seguro estar ahí… Carajo, me sentí aliviado de contar con estos niños, tan sensibles, tan inteligentes.
El día del temblor, cuando yo iba bajando las escaleras un niño atrás de mí fue el que grito: “agárrense del barandal”, otra vecina, una niña menudita, fue la que salió corriendo con un bote de basura de su casa para trabar la puerta y que no se fuera a cerrar para que todos pudiéramos salir sin problemas, un vecinito más fue el que me advirtió: aun no es un buen momento para regresar al departamento, puede que haya replicas, cuando yo quería subir casi en automático, es verdad lo que dicen, no se trata de dejarle un mejor planeta a los niños, hay que dejarle mejores niños a este planeta, a este país, y creo que estamos en buenas manos…
He visto cosas bien chidas y otras turboculeras en estos días, todos nos hemos enterado de historias que nos rompen el corazón y otras que nos llegan como un cálido abrazo que motiva a seguirle, no dejen de apoyar con lo que puedan, en medida de sus posibilidades, nos tocar organizarnos, querernos más y pensar en el otro, yo creo que es tiempo de una transformación, no de “regresar” a esa normalidad a la que nos acostumbramos tanto tiempo, veamos y trabajemos por conseguir esa normalidad con la que soñamos, ser amables, solidarios, respetuosos como en estos días y allá ellos, como dicen por ahí: demostremos que somos más los buenos, gracias a todos los que están aportando su granito de arena para reconstruir esta playa, gracias por tantas muestras de cariño y apoyo. Deseo de corazón que todos ustedes estén bien, que pronto encuentren la tranquilidad de anhelan, esto también va a pasar, hagamos que sea mucho mejor que antes. México te quiero mucho…
Yobailopogo!